CARL COX: KILOS DE TECHNO
Cuando se trata de dilucidar quién es el mejor disc-jockey del mundo, resulta difícil ponerse de acuerdo. Unos dicen que Jeff Mills, otros que Sasha, otros que Laurent Garnier y otros que Danny Tenaglia. Pero de lo que no cabe ninguna duda es de que el nombre de Carl Cox, con toda su impresionante humanidad, figura siempre en la lista de los favoritos. Y, desde luego, se lo ha ganado a pulso, porque su carrera es la historia de un esfuerzo tremendo por conseguir dominar la técnica de los platos y por llegar al corazón del público. Un público que, por cierto, lo adora.
Nacido en 1962 cerca de Manchester, en Oldham (Gran Bretaña), Cox era hijo de unos inmigrantes procedentes de Barbados, que le inocularon el virus de la música desde muy pequeño. De hecho, el propio Carl Cox afirma que a los ocho años ya empezó a practicar como dj … en las fiestas familiares que se celebraban en su casa, pinchando discos de James Brown, Wilson Pickett y hits de la Tamla Motown, pero sin hacerle ascos tampoco a Elvis Presley, el reggae o la música latina.
Más tarde, se trasladaría a Londres para estudiar ingeniería eléctrica, que no llegó a terminar porque se enroló en la vida nocturna e incluso pasó alguna temporada en la cárcel debido a algún escarceo como delincuente juvenil. Así hasta que conoció a Maxine Bradshaw y se trasladó con ella a la ciudad costera de Brighton, donde estuvo pinchando en pubs y hoteles, ejerciendo como profesional a partir de 1985. Pero su oportunidad de oro le llegó cuando actuó en Oxford en 1989 en el marco del rave Midsummer Night Dream. Allí fue visto por la élite del acid house británico (entre ellos, Paul Oakenfold y Nicky Holloway), tras lo cual fue llamado por Danny Rampling para pinchar en el Shoom, mítico club londinense de la era acid. Pero, al comprobar que se llevaba al público de calle y que su éxito superaba al del propio Rampling, poco después sería puesto de patitas en la calle. El propio Cox ha dicho que eso sucedió "porque no se tomó las pastillas oportunas con la gente adecuada en su debido momento". En cualquier caso, Carl Cox seguiría actuando en otros clubs "ácidos" como Spectrum y Land Of Oz, así como en numerosos raves, que harían que se incrementara su popularidad entre los technoheads. Precisamente, se dice de él que fue el primer dj en introducir el tercer plato en el rave Sunshine.
De esa época data ya su peculiar estilo, forjado en la fusión más vibrante de house y techno que se pueda escuchar. En 1990 publica su primer maxi, "Success & Effect", del que Cox dice que lo hizo en cinco minutos. Tras fichar con Perfecto (el sello de Paul Oakenfold), editaría uno de sus mayores hits, "I Want You (Forever)", y crearía el proyecto Carl Cox Concept, con una formación a lo Prodigy, que incluía bailarines y rappers. Pero ni este proyecto ni su contrato con Perfecto durarían mucho. Así que decidió crear su propio sello discográfico, Worldwide Ultimatum (al que después han seguido Ultimatum Breaks y el más reciente Intec), su propio club, Ultimate Base, y, junto a su mujer Rachel, su propia agencia de management de dj´s, Ultimate Music Management. Todo un imperio en el que Cox está rodeado de otros disc-jockeys, que forman su corte particular: Jim Masters, Lulu, Trevor Rockliffe o DJ C1.